Sunday, January 10, 2010

Sasa

La enfermera miró a Sasa con desaprobación.

- ¿Dónde conseguiste un lápiz?

- Es un secreto – contestó, aunque un poco triste por tener que entregar su nuevo fetiche. No opuso ninguna resistencia: se levantó del sillón sin más y le tendió el mordisqueado lápiz con su pequeña mano. Su calmado rostro no expresaba ninguna hostilidad. La enfermera la miró a los ojos, miró el lápiz. Miró los terriblemente delgados brazos de Sasa. Tenía algunas marcas azules. Seguramente serían de cuando se puso histérica hace un par de días y hubo que “contenerla” hasta que se le pasara.


A veces Sasa no entendía los juegos que organizaban en la clínica para las internas, ponía jugadores imaginarios en su equipo, que tenían destrezas increíbles o una suerte sobrenatural. El personal no sabía si lo hacía de loca o de lista. Todos estaban seguros de que normal, normal no era. Tenía problemas de ansiedad y cuando le fue mal en el trabajo lo único que se le ocurrió decir es que su jefe había intentado propasarse con ella. Más tarde, reconocería que no era cierto, en una sesión de la que dependía que le dieran el alta. Admitir su culpa era parte del proceso de cura.


Culpa.


Vamos más atrás.


Es tarde y Sasa está en la oficina. Es el segundo día de agosto, por lo cual el balance de julio se tiene que terminar hoy para que el análisis de la información pueda conducir a una acción rápida y efectiva, y tener mejores resultados en el futuro. Así que Sasa ingresa los últimos documentos, corrige números, busca una el origen de una diferencia que no debería estar ahí. Lo bello de la contabilidad es que los números son perfectos. Las luces de la oficina están prendidas, aunque el resto de los escritorios esté vacío. No se escucha nada más que el tecleo rápido, el zumbido de los tubos de luz, la impresora de vez en cuando. Sasa piensa que está sola. En realidad no piensa en eso: está concentrada en su trabajo. Por eso da un salto cuando siente una mano que se apoya pesadamente en su hombro. Es su jefe.


- Sasa, cariño. ¿Me estabas esperando?

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